El Archivo de la Catedral de Valencia conserva entre sus fondos 68 documentos, 62 en pergamino y seis en papel, de entre 1284 y 1345 pertenecientes a Roger de Llúria, que su hija Hilaria de Llúria y Lancia (+ c. 1337), tenía guardados en una caja en la sacristía de la propia Catedral. A pesar de que en 1328 y 1329 Jaime II reclamó estos documentos, no fueron devueltos como pedía el rey y todavía hoy están en este archivo, siendo uno de los fondos más interesantes. La sacristía de la Seo valentina se consideraba el lugar más seguro de la ciudad, de ahí que no solo estuvieran allí custodiados los objetos y documentos del cabildo, sino que incluso los jurados de la ciudad trasladaban allí la caja de caudales en momentos de amenaza. La misma se conservó en el archivo capitular hasta la guerra civil. Además, muchos particulares guardaban allí sus alhajas y objetos más valiosos, testamentos y otros documentos.

Roger de Llúria, Lauria o Llória, según fuentes, es uno de los personajes más interesantes de la historia del Mediterráneo Medieval entre los siglos XIII y XIV y, sobre todo, en el contexto de la expansión de la Corona de Aragón. Había nacido en 1250 en la Calabria siciliana, hijo de Roger de Llúria y Bella d’Amichi, nodriza y dama de Constanza Hohenstaufen de Sicilia, futura mujer del infante e hijo de Jaime I, Pedro II (1276-1285). Su traslado en 1262 a la corte real supuso el inicio de una nueva etapa para él. En 1283 será nombrado jefe de la escuadra naval y almirante, estando a su cargo prácticamente toda la conquista de Sicilia y campañas navales contra la escuadra francesa, en las cuales tenían un papel importante los almogávares. Jaime II, a cuya coronación como rey de Sicilia en 1286 asistió, le confirmará en el cargo, llevándose a cabo nuevas incursiones en el norte de África, obteniendo nuevas victorias en Nápoles, y consiguiendo una tregua con los franceses en Gaeta en 1289, además de la lugartenencia de la isla en 1291. Jaime II (1291-1327) le confirmará en el cargo de almirante en 1291 y 1297.

No es una casualidad que el fondo Llúria del Archivo de la Catedral de Valencia conserve 18 bulas originales de Bonifacio VIII quien, a pesar de las discrepancias, le nombró en 1297 vice-almirante de la Iglesia. Más tarde, Roger de Llúria volverá a estar al servicio de Jaime II, enemistado con su hermano, derrotando a los sicilianos y a su almirante genovés Conrado Doria en Orlando (1299) y en Ponza (1301). Con la paz de Caltabellotta (1302), por la que Federico II era reconocido como rey de Sicilia, recuperó sus posesiones en la isla y regresó a Valencia, donde murió el 15 de enero de 1305, siendo enterrado en el monasterio de Santes Creus, a los pies de la tumba de Jaime II.

De su primer matrimonio con Margarita de Lancia fueron hijos: Beatriu (c. 1275-1334), que contrajo matrimonio con Jaume de Xerica, y heredó el señorío de Cocentaina de su hermano Berenguer, cedido en 1334 a su hijo Alfons Roger de Llúria (+1355); Jofredina; Hilaria y Rogeró, señor de Cocentaina, a quien en 1307 sucederá su hermano Berenguer.

De un segundo matrimonio en 1291 con Saurina d’Entença (+1326), hija de Berenguer d’Entença y de Galbors de Montcada, que trajo a la casa de Llúria nuevos señoríos, nacerán: Berenguer (c. 1303-Valencia 1324), quien heredará a Rogeró e incluso pasará a llamarse Roger, y al morir sin descendencia, sus posesiones serán para sus hermanas Beatriu, Jofredina, Hilaria y Margarida.; Robert, quien premurió a su padre; Carles (1292-Cocentaina 1335), señor de la vall de Planes, y Margarida (1292-1345), heredera de los valles de Seta y Travadell, además de Alcoi, Puig de Santa María, Calp y Altea (1325) y la vall de Guadalest (1343).

Los pleitos de los hijos de Roger de Llúria y Saurina de Entenza fueron constantes, razón que debemos tomar en cuenta también a la hora de justificar la permanencia del depósito de documentos en la Catedral de Valencia.

Aunque el nombre de Roger de Llúria está asociado como canciller al servicio de la primacía de la Corona de Aragón en el Mediterráneo, a las guerras por Sicilia y a su fama de celebre condotiero, él mismo desde joven, como experto marino, tuvo una actividad vinculada al comercio. Poseía al menos una embarcación propia, con la cual comerciaba entre la costa y los puertos de Túnez y Bugia, transportando mercancías e incluso sarracenos. Fruto de esta actividad personal, conserva también el fondo varios documentos, entre ellos el pergamino signatura 430 de 1312 (mayo 27) por el que los jurados de Valencia solicitaban de los gobernantes de la republica de Génova que atendiesen la reclamación del procurador de Berenguer, hijo de Roger de Llúria, de recuperar 500 libras genovesas por el cargamento de la nave llamada Noculina.

En este documento destaca un sello pendiente circular (0’48 mm) con la representación de una ciudad amurallada sobre aguas, líneas onduladas. Se trata de una muralla almenada con cinco torres, una de ellas más alta en el centro con una cruz como remate, e incluyendo la leyenda: +: S(igillum): CVRIE:ET: CONCILII: VALENCIE*. El Archivo de la Catedral de Valencia conserva además de esta impronta de sello pendiente, la más antigua, de 1312, otro sello de placa con la misma representación posterior.

El tiempo ha ennegrecido la cera original y se ha desprendido del pergamino. Recientemente, tras restaurar el documento el IVCR+i, ha dejado de ser la impronta 706 de la colección sigilográfica de la Catedral, y se ha vuelto a vincular al documento.

Este sello se usará hasta el acuerdo del Consell de marzo de 1377, en que será sustituido por las armas reales en forma de cairó y pocos años después timbrado con la corona real abierta. Así lo indica un acta del consell de 1377 transcrita por Teixidor, por la que se acuerda que se dejasen de usar las matrices de los sellos antiguos rotos, con “senya de edificis e forma de una ciutat”, y se usasen los nuevos con “senyal reial, de bastons o barres grogues e vermelles”.

Bibliografía:

• TEIXIDOR y TRILLES, José, O. P., Antigüedades de Valencia: observaciones críticas donde con instrumentos auténticos se destruye lo fabuloso, dejando en su debida estabilidad lo bien fundado. Apéndices. R. Chabás (ed.). Valencia, 1895, tomo I, p. 434.
• DE LA TORRE Y DEL CERRO, Antonio, La colección sigilográfica del Archivo de la Catedral de Valencia. Valencia: Tipografía Moderna, [1921], pp. 85-96.
• MATEU Y LLOPIS, Felipe, “El primitivo sello del justicia y concejo municipal de Valencia”, Anales del Centro de Cultura Valenciana, 30 (1952), pp. 250-262.