En el Archivo de la Catedral se encuentra “la Biblia personal de San Vicente, la reliquia del santo más destacada del fondo de manuscritos catedralicio, realizada en vitela, que es un pergamino de muy buena calidad, con notas marginales escritas de su propia mano, especialmente en los márgenes de los Evangelios y de las cartas de San Pablo, material que utilizaba preferentemente en sus predicaciones”
Realizada en vitela (pergamino de muy buena calidad), con notas marginales escritas de su propia mano, especialmente en los márgenes de los Evangelios y de las cartas de san Pablo, material que utilizaba preferentemente en sus predicaciones. No es nada casual el calificativo que se le da del nuevo san Pablo, o de apóstol de las gentes, o apóstol de Europa. Se trata de un manuscrito de la segunda mitad del s. XIII, de una Biblia , escrita e iluminada en Francia, en un taller parisino, que debió pasar a san Vicente en su etapa de Aviñón. Tiene dos iniciales historiadas magníficas, la primera en el inicio del texto, y la segunda con los siete días de la Creación al comienzo propiamente de la Biblia: el Génesis. En el vuelto de su hoja de guarda y en dos momentos de escritura, propias de dos manos de finales del XV-principios del XVI, la primera; de este siglo más avanzado, la segunda, respectivamente, momento en que el códice estaba ya en la Catedral, se indica: “Hanc Bibliam portabat secum divus sanctus Vincentius Ferrer// in qua sunt quaedam scolia sua propia manu”.
El manuscrito cuenta con 510 hojas de tamaño reducido, escrito a dos columnas, excepto la parte final con los nombres hebreos, que está a tres columnas. En una escritura minúscula gótica, salvo las mayúsculas de los títulos y las iniciales agrandadas y decoradas alternando el rojo y azul, está escrito todo él en latín. Se trata de una biblia de las llamadas de bolsillo, en la que sorprende el tamaño de la letra.